sábado, 2 de marzo de 2013

No llores, cariño.

Supongo que nada va a cambiar por decirte esto, que nada va a ser distinto, que no vas a dejar de sufrir. Pero déjame al menos que intente hacerlo, porque es lo que siento que debo hacer.

Sé que a veces todo se junta, que la vida no nos recompensa como debiera. Sé que debías ser ahora tú quien iniciase el baile, sé que el esfuerzo debería tener una recompensa. Pero no siempre lo tiene. A veces, correr mucho no significa tocar el balón, sino dejar de molestar para que un compañero pueda meter gol. Otras veces, el ejercicio no nos ayuda a perder peso, sino que evita que perdamos un miembro para siempre.

Las cosas no son siempre como podríamos pensar en un principio, pero de cada parte mala podemos sacar alguna buena que nos haga sonreir, podemos pensar que hay algo que nos haga seguir adelante, algo que valga la pena.

Lo único que vengo a decirte es que no quiero verte llorar. Porque cada vez que tú lloras pasan miles de cosas. Cuando tú lloras se te arruga el labio superior, te agarras las manos como si hiciera frío. Se te cierran los ojos y cruzas las piernas, independientemente de donde estés. Y, ante todo, cuando lloras caen lagrimitas a tu alrededor.  Lagrimitas que son trocitos de ti, que son partes de tu alma que te duelen y quieres expulsar. Y no quiero que tengas que expulsar nada de ti, porque quiero que te quieras como nunca te ha querido nadie. 

Porque quizá no seas la más guapa, la más lista, la más simpática o cariñosa. Quizá nunca ganases a nada, quizá fueras una manca en tus juegos favoritos. Pero, ¿sabes qué? No me importa. No me importa y no debería importarte a ti tampoco. Porque puede que no se te de bien lo que a otras personas sí, pero hay algo que se te da mejor de lo que nunca se le va a dar a nadie: ser tú misma.

Y tú no eres la mejor del mundo, ni la peor. Sencillamente, eres una más del montón. No entiendo para qué quieres más, si eres capaz de encontrarte a ti misma dentro de ese montón de personas anodinas. No necesitas ser nada especial si eres capaz de hacerme especial cada vez que me miras, cada vez que me hablas. No necesitas ser una princesa, porque tu reino lo tienes detrás de tus ojos.

No quiero que te creas más de lo que eres, porque ser tú ya es un mundo. Sólo te pido que no me llores, cariño, porque cuando se te empañan los ojos es cuando no sé a dónde mirar, porque me falta la guía de tu sonrisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario